EL PUEBLO
Las calles por las que hasta hace poco transitaba la gente con su ganado y sus carros cantarines cargados con estiércol, con hierba, con centeno, trigo y castañas, hoy están pavimentadas para permitir la mejor circulación de los automóviles que a su paso espantan a alguna gallina despistada y ajena al peligro, más preocupada de cazar algún apetitoso saltamontes que de la llegada del progreso. Y es que Villasinde se resiste al paso del tiempo. Sus habitantes van remozando sus casas dándole un nuevo esplendor a la piedra que las conforma lo que contribuye a aumentar la ya gran belleza del lugar.
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