EL PUEBLO

 

 


Villasinde es, ante todo, apacible, un lugar idóneo para desconectar del estrés. Orientado hacia el sur, los rayos del sol iluminan los negros tejados de pizarra siempre con el permiso de los castaños, de los nogales, los abedules y los negrillos que crecen al lado de las casas.

Las calles por las que hasta hace poco transitaba la gente con su ganado y sus carros cantarines cargados con estiércol, con hierba, con centeno, trigo y castañas, hoy están pavimentadas para permitir la mejor circulación de los automóviles que a su paso espantan a alguna gallina despistada y ajena al peligro, más preocupada de cazar algún apetitoso saltamontes que de la llegada del progreso. Y es que Villasinde se resiste al paso del tiempo.

Sus habitantes van remozando sus casas dándole un nuevo esplendor a la piedra que las conforma lo que contribuye a aumentar la ya gran belleza del lugar.

 

 

 

 

 

 

vista general

vista desde el Campelin

calle de la constitucion

calle de arriba

corredor tipico

casa tipica

castaņo milenario